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Entrevista, AH MAGAZINE, por Irene Calvo (10/02/2015)

EL LENGUAJE FOTOGRÁFICO DE JOSÉ GUERRERO

www.ahmagazine.es/el-lenguaje-fotografico-de-jose-guerrero/

 

 

José Guerrero (Granada, 1979) utiliza la fotografía desde un punto de vista que se sitúa más allá de lo meramente estético. Nos hace reflexionar sobre nosotros mismos y sobre cómo nos relacionamos con nuestro entorno. Paisajes “humanos” pero sin rastro de personas, o cómo entender nuestro alrededor sin nosotros mismos.

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IRENE (I) - En tu formación podemos ver que eres arquitecto técnico, ¿qué te llevó a adentrarte en la fotografía?


JOSÉ GUERRERO (JG) - Siempre tuve inquietudes creativas y el deseo de desarrollarlas, sin embargo elegí una carrera técnica. Mi idea era estudiar Aparejadores (ahora Ingeniería de la Edificación), adquirir experiencia trabajando en la construcción, y posteriormente estudiar Arquitectura Superior. Pero tras un tiempo en la obra ganó el deseo de sumergirme en algún medio creativo menos reglado y más libre que la arquitectura. Por entonces pensé en formarme en fotografía y en cine, e incluso en estudiar Bellas Artes. Con la fotografía ya había tenido un contacto importante en 1999 cuando siendo estudiante en la universidad, realicé un curso en el que me familiaricé con el uso de la cámara y el cuarto oscuro. Ese mismo año tuve la oportunidad de visitar la exposición ‘Cantos del Desierto’ de Richard Misrach en el Palacio de los Condes de Gabia de Granada y me sorprendí muchísimo al descubrir en el lenguaje fotográfico un poder expresivo que nunca hubiera imaginado, menos aún a través del uso del color.

  

I - ¿Cómo crees que ha influido esa formación a tus obras?


JG - Durante algún tiempo pensé que no había relación alguna entre mis estudios de Arquitectura Técnica y mi trabajo fotográfico. Ahora sé que no podría ser de otra manera. Siendo un niño destacaba en las asignaturas de dibujo técnico, y en la carrera desarrollamos en profundidad la visión espacial a través de la geometría descriptiva y la representación de las distintas perspectivas, así como del levantamiento de planos. Hay conceptos como el punto de vista, la altura del horizonte, las líneas de fuga, el encaje del dibujo en un lienzo concreto, etc, que tienen una importancia fundamental en la sintaxis del propio medio fotográfico y sus inherentes características técnicas. También sospecho que la descomposición en planos de un “proyecto de ejecución material” tiene de algún modo una relación directa con la organización de mi trabajo en series, polípticos y secuencias… Es difícil saber en qué medida una determinada experiencia influye en como afrontamos otras posteriores; lo que está claro es que siempre queda un poso.

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I - ¿Cuáles son tus influencias más notables?


JG - Mis influencias no necesariamente son fotográficas, además soy poco estudioso del trabajo de otros autores y menos mitómano aún, pero si tengo que citar algunos referentes o fotógrafos cuyo trabajo me haya “tocado” o haya integrado de alguna manera en el mi propio discurso, podría citar autores como Eugène AtgetPaul Strand,Walker EvansLewis BaltzHamish Fulton, Richard Misrach (la serie “Cantos del Desierto”) y Stephen Shore (la serie “Uncommon Places”).

  

I - ¿Cómo es tu proceso creativo?


JG - Normalmente todo trabajo parte de una idea previa que me planteo desarrollar en un entorno geográfico concreto. La primera serie en la que trabajé siendo consciente de lo que hacía (“Efímeros”) la llevé a cabo entre 2005 y 2006 con el apoyo de una beca de la Caja San Fernando. Las fotografías fueron realizadas en los extrarradios de varias ciudades andaluzas en los que trabajé en la frontera física entre lo rural y lo urbano. Más tarde decidí incluir también solares vacíos dentro de la ciudad y cualquier tipo de ruina; rural, urbana o industrial. Mi idea entonces era reflexionar acerca del paso del tiempo a través de la imagen. Deambulo y fotografío dejándome llevar por el instinto. Después, en el proceso de edición, el trabajo cobra sentido a partir de las relaciones que se establecen o que establezco entre las distintas imágenes de una amplia selección de fotografías en papel.


En otras ocasiones todo parte de un hallazgo inesperado; la serie “Thames” es un buen ejemplo. Encontré sus nieblas a la salida del metro de Londres en una zona industrial junto al río Támesis. Al instante abandoné la idea que llevaba en la cabeza esa mañana – trabajar en la serie “Down Town” – para concentrarme en aquella atmósfera que lo bañaba todo. Fue a posteriori, durante el proceso de edición, cuando llegué a comprender el alcance y la importancia de esta tendría dentro de mi cuerpo de trabajo.

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I - ¿Cómo es ese proceso de edición?


JG - Imprimo una amplia selección de fotografías en miniatura, las coloco en una superficie plana y estudio las relaciones que se pueden establecer entre ellas; algunas evidentes y otras no tanto… Muchos de los “hallazgos” creativos se producen en la mesa de trabajo, no se producen con la cámara en la mano. Hasta el momento de la edición lo que tengo son “bocetos”, versos sueltos de un poema inexistente, piezas sueltas de un puzle cuya imagen final no conozco del todo. Como bien decía mi buen amigo José Muñoz: “la fotografía es un lenguaje relativamente pobre si no se la inserta en un determinado discurso”, y el discurso toma forma durante el proceso de edición.

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I - ¿Cómo eliges las localizaciones de tus fotografías?


JG - Por lo general no sé exactamente dónde voy a fotografiar, o mejor dicho, solo conozco la zona por la que me voy a mover. Digamos que me planteo salir a la Mancha para realizar una sesión de trabajo de campo, entonces pienso en una ruta a seguir y conduzco en esa dirección. A partir de ahí, mis ojos y mi instinto mandan, así como el trabajo previo, si es que lo hay. En cuanto a los tiempos no me pongo límites. Igual decido parar el coche y hago dos fotos desde el arcén, que empiezo a caminar y no vuelvo hasta la noche. Todo depende de la luz, de mi curiosidad por lo que hay más allá, y de mis fuerzas. Durante el trabajo de campo me dejo llevar: camino, fotografío, conduzco, camino, fotografío, conduzco… Así una y otra vez hasta que se pone el sol. Otras veces – las menos – sé muy bien dónde quiero trabajar. Por ejemplo en 2014 he realizado algunas salidas muy concretas: una para trabajar en torno a los tajos del Veleta y el Mulhacén en Sierra Nevada, y otra para trabajar en torno a los badlands cerca de Calatayud.

 

I - ¿Qué hay de introspectivo en tu trabajo?


JG - Supongo que el silencio, la soledad y la búsqueda de un cierto aliento poético.

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I - ¿A qué se debe la ausencia de figuras humanas en tus trabajos?


JG - Es muy sencillo apropiarse y someter un espacio cuando eres el único que lo contempla. Además, en la mayoría de las series en que he trabajado hasta el momento, cualquier figura humana supondría una distracción innecesaria. El del fotógrafo es un trabajo solitario. Aun así, en el Cairo en 2008 fotografié de forma intensiva la figura humana integrada en el paisaje. Tengo en mente un libro con este trabajo. Veremos.

 

I - ¿Por qué te interesa hablar de la memoria y el olvido en tus obras?


JG - Siendo solo un niño tenía cierta obsesión con el paso del tiempo y con ideas acerca de la memoria, el olvido, el cambio. Cuando me planteé realizar mi primer trabajo serio, me senté a escribir y salí a fotografiar, el tema salió solo, es lo que tenía más cerca en el sentido físico y emocional. “Efímeros” fue el resultado. Decía hace poco un buen amigo que si la obra de un artista no tiene tripas, entonces no vale nada. Mis tripas eran esas, y el punto de partida una Vega de Granada en desaparición donde de niño montaba en bicicleta, partía nueces o paseaba a los perros de mis amigos.


En algunas series posteriores, el carácter documental de mi trabajo o la existencia de un “tema” en sí han pasado a un segundo plano en pro de una visión más abstracta, en la que de alguna manera se impone “la forma” sobre el “contenido”.

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I - Tus obras van más allá de la fotografía de paisajes, y proporcionan diferentes sensaciones al espectador, ¿qué experimentas tú cuando realizas tus fotografías?


JG - Muchas experiencias y visiones me han hecho vibrar antes siquiera de coger una cámara. La posibilidad de trasladar esas y otras vibraciones a una imagen es lo que me anima a ser fotógrafo.

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I - Como granadino afincado en Madrid, ¿crees que es más fácil labrarse una carrera fuera de la capital andaluza?


JG - No es que lo crea, es que lo es, y es normal. Hay más oportunidades en una gran ciudad que aglutina una importante actividad cultural que en otra más pequeña. Desde luego quien consigue crecer y llevar a cabo una labor relacionada con el Arte Contemporáneo o la cultura en una provincia tiene muchísimo mérito.

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I - ¿A qué se debe tu relación con Estados Unidos?


JG - Yo fui allí en 2002 después de dejar mi trabajo como Jefe de Producción en la empresa Ferrovial Agroman para visitar a mi hermano que estudiaba en Californa por un año. Me quedé seis meses y aquel viaje fue decisivo en mis inicios como fotógrafo. Al poco de llegar, mi cámara réflex cargada de película en blanco y negro se rompió, y compré una compacta digital, la mejor del mercado por entonces: una Olympus de 4 megapixels que entonces costó 600 euros. Me volví literalmente loco con ella, experimenté sin contención disfrutando como un niño con el mejor juguete del mundo. Además veía los resultados y pensaba que lo que hacía era realmente cojonudo, y sobre todo, relevante; era muy serio. Estaba convencido de que lo que estaba haciendo era importante para mí. Sólo entonces asumí de veras mi decisión de dejar un trabajo con futuro para dedicarme a la fotografía.


No regresé a Estados Unidos hasta ocho años después, cuando viajé a Nueva York para ampliar la serie “Down Town” con la ayuda de una beca Iniciarte. Precisamente ese mismo año produje y expuse por primera vez algunas de aquellas primeras fotografías de California en la galería Alarcón Criado. Después, en 2011 regresé para colaborar junto a Mark Klett en la Universidad Estatal de Arizona gracias a una beca Manuel Rivera, e inicié varias series para la que he vuelto a Estados Unidos cada año desde entonces. Tengo muchos colegas allí, y mantengo contacto con comisarios y conservadores a los que he tenido la suerte de poder mostrar mis portfolios. He colaborado con la galería Kopeikin de Los Angeles y recientemente una selección mi trabajo ha sido adquirido por el Center for Creative Photography (Arizona) y la Lehigh University Art Galleries (Pennsylvania).

 

I - En las series “The Bay” y “Thames” esa neblina recuerda un poco a las pinturas románticas del XIX y a la pintura simbolista; también parece hablar sobre una búsqueda… ¿Tienen algo que ver con estas referencias?


JG - El cierre de la serie “Thames” en forma de dos portfolios en 2010 supuso un momento importante en mi carrera como fotógrafo. Por primera vez integro referencias pictóricas, literarias y cinematográficas a mi trabajo, y llego a ser plenamente consciente del peso que estas referencias tendrán en adelante en el mismo. Creo entender el porqué de tu pregunta… Las nieblas niegan en cierta medida el paisaje, lo hacen intangible… Pero sinceramente creo que me metería en camisa de once varas si entrara a valorar mi trabajo en tanto que a movimientos artísticos se refiere. Me interesa tanto sugerir sensaciones e intangibles como hablar del mundo real que me rodea y cómo lo percibimos a través de la imagen; trabajo sobre una línea muy delgada, entre el carácter documental y el carácter abstracto de la fotografía, en la que tienen cabida referencias de las que ni yo mismo soy consciente o conozco en este momento. Por supuesto sigo buscando y sigo aprendiendo.

 

I - ¿Qué perseguías en las fotografías de “La Mancha”?

 

JG - Quería trabajar sobre campos de color, eliminar referencias arquitectónicas e insistir en el horizonte como el hilo conductor de toda la serie. Quería caminar sobre la delgada línea que antes mencionaba y que “separa” el documento de la abstracción. Este trabajo ha sido un ejercicio que va en esa dirección en ella que seguiré caminando. Me interesa ver hasta dónde puedo llegar.

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I - En “Efímeros”, tomas como referencia el tema del abandono, y expones arquitecturas de manera muy simbólica. ¿Qué es lo efímero?


JG - El abandono está presente, por supuesto, pero no lo propondría nunca como el tema. El tema sería en todo caso la ruina, lo que queda, o la huella, en relación al paso del tiempo. Lo efímero es aquello que desaparece; la vida es efímera. Este trabajo en un principio se tituló “Panta rei” haciendo referencia al “todo fluye” de Heráclito.

 

I - En tu serie “Down Town”, fotografías ciudades tan diferentes como Nueva York, París, El Cairo, Moscú, Londres o Teherán y les das una nueva dimensión en las que todas tienen una cierta coherencia entre ellas. ¿Por qué estas ciudades y no otras?


JG - “Down Town” es un proyecto que me propongo desarrollar en al menos dos grandes ciudades de distinta cultura u origen colonial en cada continente del mundo (excluyendo Australia). En total y si algún día puedo concluir este proyecto, debería incluir las siguientes ciudades: Delhi (India), Shangai (China), Sao Paulo (Brasil), Méjico DF (Méjico) y Lagos (Nigeria), además de las ciudades en las que ya he trabajado: Londres, Moscú, Paris, El Cairo, Nueva York y Teherán.

  

I - ¿Cuánto tiempo llevas invertido en esta serie?


JG - En 2008 trabajé en Londres, Moscú y El Cairo con la ayuda de una beca Generaciones, y en París siendo artista residente en el Colegio de España en París. En 2010 y 2011 trabajé en Nueva York y Teherán respectivamente con una ayuda Iniciarte.

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I - En “Órbigo” podemos ver personas en tus fotografías. ¿A qué se debe?


JG - A nada en particular. En 2007 y 2008 me propuse integrar personas en mis paisajes, ver hasta donde llegaba y estudiar si me interesaba. En la mayoría de los casos no me convenció el resultado. Las dos imágenes de “Órbigo” con personas son dos excepciones.

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I - En tu última exposición en la galería F2, “Panoramas”, expusiste obras de diferentes obras que establecían un diálogo entre sí, ¿buscas que existan estos diálogos entre tus series?


JG - Sí, entre otras cuestiones, esa es una fundamental en mi trabajo. Pienso a menudo en el siguiente símil: del mismo modo en que los versos se relacionan en un poema, o las distintas notas en una composición musical, los distintos elementos que componen una imagen se relacionan entre sí, determinando una “forma” concreta, y con ella una parte integral de su “significado”. Así mismo, las distintas fotografías se relacionan entre sí dentro de una secuencia, un políptico, o por supuesto una exposición o un libro, dando lugar a una nueva forma de mayor complejidad y significado superior. Estas mismas y otras relaciones – a veces evidentes y otras no tanto – se establecen entre las distintas series en las que he trabajado hasta el momento, y entre las que son frecuentes ‘ecos’ y ‘resonancias’ en busca de la unidad y la coherencia.

 

I - ¿Nos puedes hablar de tus próximos proyectos?


JG - Justo estos días he terminado la edición conjunta de mis cuatro viajes por el Oeste de los Estados Unidos para la maqueta de un libro (titulado “After the Rainbow”) que presento la semana que viene por invitación al premio Mack First Book Award 2015. Este mismo trabajo, en formato de exposición y con algunas variaciones, se mostrará en una exposición individual en el Centro de Arte de Alcobendas, de julio a finales de octubre de 2015. Ahora estoy preparando la producción de las piezas que colgaré en Arco con la galería Alarcón Criado. Y quiero volver pronto a Sierra Nevada y a tierras de Castilla y Aragón para continuar investigaciones recientes, además de buscar el modo de salir de España una temporada más bien pronto que tarde. Algo tengo en mente.

 

 

(10/Feb/2015)

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